domingo, 9 de octubre de 2011

FANTASMAS EN BUENOS AIRES?



 BUENOS AIRES... 
ciudad misteriosa...espectral,
habitada por personajes extraños en los que muchos creen y dicen haber visto.
Tanto... que son parte de cada barrio.

  fantasmas que sobrevuelan casonas abandonadas, damas que escapan de sus tumbas, bestias fabulosas como " Reservito" que vive en aguas del Río de la Plata, o gigantes bonachones como el del barrio de Once.
Niñas aristocráticas...que mueren de amor...y regresan cada noche buscando a su amado...

Algunos relatos, ya clásicos, tienen  sus orígenes en fundamentos históricos...
Otros, el rumor que va de boca en boca.


EL CASTILLO DE LOS AMANTES TRÁGICOS 


En Villa del Parque , en la calle Campana al 3200, cerca de las vías, se alza el enigmático “Castillo de los Bichos”, llamado así por las molduras con formas de animales.


 A principios del siglo XX perteneció a la familia italiana Giordano. Lucía, la única hija, conoció a un violinista, Angel Lemos y el romance no tardó en surgir.
 Se casaron el 1° de abril de 1911 y cientos de invitados disfrutaron del banquete.


Hacia la madrugada, la pareja advirtió que el auto que los debía trasladar no estaba en la puerta, sino unos pasos más allá de la casona, cruzando las vías: un detalle que se convirtió en tragedia, ya que un tren los arrolló.

Isabelino Espinosa, de la Junta de Estudios Históricos de Villa del Parque, cuenta que los ocasionales ocupantes de la casona salían despavoridos, asustados por los gritos desgarradores de una joven mujer y un violinista.




LA TORRE DE LOS DUENDES -
 BARRIO DE LA BOCA

 La Torre Fantasma



El barrio de la Boca, al sur de Buenos Aires,es conocido por el fútbol y los inmigrantes, pero guarda una vieja leyenda llena de misterio de principios del siglo XX.

En pleno corazón de la Boca, sobre las intersecciones de la avenida Almirante Brown y las calles Wenceslao Villafañe y Benito Pérez Galdós un antiguo edificio construido sobre un perímetro trapezoidal llama la atención; especialmente porque tiene la primer apariencia es un pequeño castillito del cual sobresale una torre parecida a las tradiciones fichas de ajedrez.


La historia de ese antiguo edificio comienza a mediados de la década de 1910, en esa época, en el centro de la ciudad de Buenos Aires, residía una poderosa estanciera llamada María Luisa Auvert Aurnaud.

Ella vivía en un pequeño palacete de la ciudad, pero distribuía su tiempo con su estancia en la localidad de Rauch, provincia de Buenos Aires.


 La señora Auvert Aurnaud era una de las personas más ricas de la ciudad.
Su apellido francés sugiere que su familia vivía por aquella zona francesa, pero en realidad, sus padres y abuelos provenían de una localidad de Catalunya, España, en los Pirineos fronterizo con Francia.


Un día, un hombre de negocios le ofreció un terreno en la boca, este señor le sugirió invertir en construcciones ya que el barrio estaba creciendo por el contante ingreso y afincamiento de inmigrantes que se daba en el lugar.

Pues parece que la señora entendió el negocio, ya que compró un terreno sobre la avenida principal con el objeto de construir una vivienda colectiva y probar si los negocios inmobiliarios allí reditúan mucho dinero.
De ser exitoso el emprendimiento ella continuría con otro más.


Una vez adquirido el terreno la señora contrata los servicios del arquitecto catalán Guillermo Álvarez.
Ella siempre añoraba la Catalunya de su familia, por eso le encomendó al arquitecto la construcción de un edificio que tuvieron un estilo de aquel lugar.
Es así como construyó una vivienda colectica de estilo catalán moderno.
 
Una vez terminado el edificio, la propietaria quedó tan maravillada con la construcción que decidió irse a vivir allí y dejar a un lado el negocio de rentar sus habitaciones.
Así es como dejó su palacete del centro de la ciudad y llevó sus cosas y los sirvientes al edificio de la avenida Almirante Brown.


La señora Auvert no solo amobló el edificio, sino que en todos los balcones puso plantas exóticas de Cataluña que mandó a traer especialmente para su nuevo hogar.

Entre las plantas aparecieron unos hongos característicos de España llamados Setas, algunas especies son comestibles y otras son alucinógenas.


Luego de un año de vivir en el edificio, la señora Auvert y sus sirvientes abandonaron en silencio y misteriosamente el lugar, durante el año de estadía vecinos del lugar afirmaban escuchar gritos de sustos que partían de la mujer o de uno de los sirvientes.
Finalmente hubo un grito categórico de la propietaria que decía “me voy, este lugar no lo piso más
Y se fue a vivir al campo en Rauch y nunca más se supo de ella.


Auvert en su rauda partida, dejó encargado la venta del edificio a una inmobiliaria de la zona, quién dividió en departamentos la estructura e hizo de ella una vivienda colectiva de renta. Es así como la casa de la torre tuvo nuevos inquilinos.


La mayoría de los que vivían allí era inmigrantes o artistas, ya que tenía un estilo bohemio para la época.
En el barrio de la boca han surgido artistas brillantes de la cultura porteña como es el caso de Benito Quinquela Martín.


El último piso del edificio era habitado por Clementina, una pintora de estilo clásico que armó su atelier en el piso superior de su departamento, es decir en la torre sobresaliente de la casa.
Era una mujer hermosa, de larga cabellera, alegre y muy querida por el barrio.


Ella se pasaba todo el día en el atelier.
Tenía la costumbre de ir por las tardes a tomar un café al bar que quedaba enfrente y se podía quedar horas leyendo un libro.
Cuentan que los transeúntes no podían dejar de admirar en la ventana su belleza, más cuando se la veía pasible tomando su café.


Clementina además de pintar, estaba estudiando historia de las artes en la Facultad. Ella vino de Venado Tuerto, su padre era un estanciero que pagaba la vivienda en Buenos Aires y sus estudios; quería que su hija estudiara lo que ella deseara pero en una buena universidad, y en Buenos Aires estaban las mejores.


Era una mujer de muchos amigos, cada tanto armaba encuentros de artistas en su casa.
 Un día, en uno de aquellos encuentros una periodista de nombre Eleonora quería hacerle un reportaje; ella ya era una pintora conocida en el ambiente artístico, varios de sus cuadros fueron exhibidos en importantes eventos y galerías de la ciudad.
Por ello la reportera quería conocer su carrera y su trabajo.


Clementina y Eleonora subieron al atelier, allí se encontraban colgados sus cuadros terminados y había alguno en elaboración. Entraba una luz de primavera agradable que dejaba observar las pinturas en su esplendor. Mientras hablaban la periodista tomaba fotos de las pinturas, pues quería acompañar la nota con fotografías del arte de Clementina.


En los días posteriores a la entrevistas se empiezan a desencadenar una serie de hechos misteriosos, una noche, los vecinos escucharon gritos que provenían de la torre; pero esto no terminaba allí, Clementina se arrojó al vació provocandole la muerte.


El barrio quedó impactado por el suceso, no encontraban motivo para semejante determinación, era una mujer alegre y con futuro, de hecho sus amigos cuentan que ella estaba muy entusiasmada con el último cuadro que estaba por terminar porque iba a ser la estrella de su próxima exposición.
 Se trata de un cuadro que tardó años en pintarlo e iba a ser la gran obra de su vida.


Los misterios continúan; Eleonora recibe las fotografías que mandó a revelar sobre las pinturas de Clementina.
Para su sorpresa, en una de ellas, específicamente en la fotografía del cuadro que estaba por terminar observa tres duendes; estos gnomos no estaban en el cuadro al momento de ser fotografiado, eso llamó mucho su atención.
Fue así que la periodista tomó la iniciativa de investigar la muerte de Clementina a pesar aunque para la justicia se tratara de un suicidio.


Indagando a los vecinos se topó con el dato de que la antigua dueña del lugar abandonó imprevistamente el edificio y nunca más se la vio, se fue en forma misteriosa.
Por supuesto se trataba de Auvert; la periodista recibe los datos del paradero y se informa de que ella se encuentra recluida en Rauch.



Antes de llegar a aquella localidad bonaerense, Eleonora había concertado previamente una cita telefónicamente con la señora Auvert, en esa época no era común que hubiera teléfonos en la estancia, por eso la comunicación se realizó a la cooperativa de Rauch, donde se pasó el recado y la repuesta había sido positiva.


Eleonora bajó del tren y esperó que la buscaran en la estación del pueblo, un automóvil llegó y la llevó a la estancia, durante el viaje el chofer le indicaba que la señora Auvert la iba esperar en el jardín de la casa.
Al llegar, la periodista observó el casco de la estancia.
 Era una casa señorial, de muchas habitaciones, la construcción era de un estilo Tudor. En el jardín había una mesa blanca con sillas, en una de ellas estaba sentada la dueña esperando a la invitada.
 Como buena anfitriona le ofrece tomar un té a la que Eleonora accede, luego de los saludos de rigor se inicia la entrevista.


Auvert pregunta a Eleonora si creía en duendes, a lo que ella responde negativamente.
Allí comienza a narrar una antiquísima leyenda de Cataluña, la cual dice que en los bosques de los Pirineos viven los follets, unos pequeños duendes que siempre duermen en los hongos (las setas).
Estos duendes, científicamente fueron asociados con los efectos alucinógenos de las setas, hongos que pueden a veces ser venenosos, pero otros dicen que los follets existen en realidad.
 Los follets pueden ser muy colaboradores, pueden ayudar a las personas en sus trabajos o quehaceres, pero si se los alteran pueden ser de los más traviesos y no tienen límites.


La señora Auvert contó que mientras vivía con los duendes, estos personajes colaboraban con los sirvientes, un día, uno de ellos quiso propasarse con una sirvienta y cuando uno de los mucamos tomó de él y lo arrojó a la pared para apartarla de ella el duende enfureció tanto que la casa comenzó a ser un infierno.


No solo vivía desordenada, los muebles se caían, las patas de las sillas y las mesas aparecían cortadas, sino que también los cuchillos volaban y se incrustaban en la pared, poniendo en peligro la vida de sus habitantes.


Fue así que Auvert decidió deshacerse del edificio del barrio de La Boca e instalarse en su apacible campo de Rauch con sus sirvientes.
Nunca contaron la historia ella ni los sirvientes porque era conciente de que no le iban a creer y la podían tomar por loca.
La señora era muy inteligente y sabía que si la tomaban por loca podrían declarar insana y no administraría nunca más sus bienes.


Eleonora se retira de la estancia para volver a Buenos Aires, pero no ha podido descubrir nada nuevo, solo una vieja leyenda de la cual por supuesto no creyó.
 La periodista abandonó la investigación, antes de irse juró a la señora Auvert no contar la historia para que no crean que la rica señora de la estancia de Rauch no estaba en sus cabales.


Es así como el misterio de Clementina alimentó la leyenda de la Torre del fantasma; algunos dicen que al ser fotografiados los duendes se enojaron tanto que no dejaron nunca que la pintora terminara su obra magistral; le escondían los elementos de pintura y, a veces, encontraba manchas sobre la tela del futuro cuadro.
La frustración fue tan grande que sin pensarlo se arrojó al vacío y así terminar con su vida.


Otros dan una versión más macabra; cuentan que el enojo y el resentimiento de los duendes sobre las mujeres hermosas, por no poder tomar a aquella sirvienta, era tan grande, y, sumado a que han sido fotografiados, poniéndolo molestos, directamente empujaron a Clementina al vacío o, al menos, instigaron su suicidio.


Lo cierto es que en la actualidad los habitantes del edificio del barrio de la Boca dicen escuchar por la noche los pasos de una persona en la torre.
También denuncian que les desaparecen cosas que nunca más vuelven a aparecer o son encontrados años más tarde en otro lugar.
La foto apareció velada y rota...sin que se pudiera observar ya nada...

El cuadro no terminado de Clementina es uno de los objetos desaparecidos y, cuentan, que los pasos que se escuchan en la torre son los que el fantasma de ella hace recreando su carrera al vacío; la única manera de terminar con los maleficios es encontrar el cuadro escondido y darle una pintada final para que la agonía del fantasma finalice.


FANTASMAS Y LEONES - BARRIOS DE BELGRANO Y BARRACAS


En el libro "Belgrano, del pueblo al barrio", se hace referencia a la mansión conocida como "El castillo de los Leones", en José Hernández y Luis María Campos.

 Se la conoce con ese nombre porque en su frente tenía esculturas de leones y torretas tipo medieval.
Esa casa fue comprada por la familia Lacroze, y al parecer, allí se cometió un crimen.
Los vecinos solían decir que por las noches se escuchaban ruidos de cadenas, y algunos juran haber visto el espectro de una mulata vestida de celeste, que incluso salía a la vereda.


En Barracas hay un caserón que está cerca de la Casa Cuna, sobre la avenida Montes de Oca, donde pueden verse varias esculturas de leones.
Se dice que el dueño de la mansión tenía como mascotas unos leones (o pumas según otras versiones), que accidentalmente mataron al prometido de su hija durante la fiesta de compromiso de la pareja.


Ante este terrible suceso, la joven novia sufrió una crisis nerviosa y se suicidó.
Hay distintas versiones que indican que el novio no habría sido la única víctima de los animales, pero en lo que sí coinciden es en que desde aquella fatídica noche, ambos fantasmas se pasean por el caserón.
 Las estatuas de los leones fueron construidas con posterioridad para ahuyentar los espectros, objetivo que parece haberse logrado.


LA PLANCHADORA SOLITARIA...- BARRIO DE CABALLITO


Caballito, como todo barrio, tuvo también su lugar común para las historias y las leyendas.
A mediados del siglo XIX, en el perímetro del actual Parque Rivadavia estaba la quinta de don Ambrosio Lezica, cuyos dominios en realidad comenzaban en lo que hoy es la Av. La Plata y terminaban en la calle Del Barco de Centenera.


Allí se levanta, señorial, un hermoso ombú cuyas ramas acunan historias centenarias.
 Precisamente allí se encontraba la vivienda de los sirvientes, una construcción de una sola planta con ventana de rejas.
Había allí una vereda de lajas mal colocadas, entreveradas con rebeldes raíces de eucaliptos que parecían empeñadas en levantarlas.


Muchos vecinos y paseantes ocasionales dicen que aún puede verse corretear el fantasma de una mujer.
Se trataría de una esclava que, por un motivo que se desconoce, fue decapitada.
Quienes han presenciado su espectral paseo, dicen que recorre el parque llevando una plancha en su mano, bañando las copas de los árboles con un resplandor rojizo.


LOS FANTASMAS DEL BANCO NACIÓN - CENTRO


La casa central del Banco de la Nación Argentina está construida sobre un terreno conocido como "el pozo de las ánimas", lugar donde se estableció la primera capilla de la ciudad en la época de conquista y donde, obviamente, había un cementerio.
Con el tiempo, en ese lugar funcionó el primer edificio del Teatro Colón, la sede de la Bolsa de Comercio y, finalmente, se construyó el Banco de la Nación Argentina.
Durante años se han contado historias de brumas misteriosas y seres fantasmales que recorren el lugar, y no son pocos los empleados (especialmente el personal nocturno), que aseguran haber vistos a los fantasmas recorrer los pasillos del edificio.


FANTASMAS EN EL MUSEO


El Museo de Arte Hispanoamericano "Isaac Fernández Blanco" es quizás uno de los más interesantes paseos que nos ofrece la nutrida agenda cultural de la ciudad de Buenos Aires. Allí se exhibe la colección pública de platería colonial de origen altoperuano, peruano y rioplatense más importante de Iberoamérica.


Se destaca también el patrimonio de pintura de las escuelas altoperuana y cuzqueña, de imaginería quiteña y jesuítica, de mobiliario lusobrasileño, y de artes decorativas del período republicano.
Su acervo comprende objetos de las artes mayores y decorativas desde el período colonial hasta los siglos XVI y XX.
Entre las colecciones menores se destacan la de grabados, la de peinetones de carey de tamaño desmesurado que caracterizaron la moda rioplatense hacia 1830, y la de cerámica española de los centros de Talavera de Reina, Puente del Arzobispo, Alcora y Manises.


A principios del siglo XVII, el solar donde hoy se levanta el museo era ocupado por una compañía importadora de esclavos, y luego pasó al dominio de la Parroquia del Socorro. Hacia 1920, el arquitecto Martín Noel (1888-1963) construyó un complejo de estilo neocolonial que conjuga jardines andaluces, techos jesuitas, balcones miradores, y hermosas cerámicas españolas.


 En 1936, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires adquiere el "Palacio Noel" junto con la colección de arte del arquitecto, y en 1937 se crea el primer "Museo de Arte Colonial". En 1943 se trasladan allí las importantes colecciones donadas por Isaac Fernández Blanco, y en 1947 la institución toma su denominación actual.


Si bien hacía ya varios años que se tenía conocimiento de los extraños sucesos que tenían lugar en la residencia, fue a fines de la década de 1920 que se confirmaron estos informes. Herbert Hoover, presidente electo de los Estados Unidos, visitó Buenos Aires en 1928 y fue alojado en la Mansión Noel.


Algunos integrantes de su comitiva denunciaron haber visto una misteriosa figura que se paseaba por los jardines, y el propio Hoover se quejó de no poder dormir debido a los lamentos y ruidos de puertas que se escuchaban por la noche.
En la década de 1940, el poeta Oliverio Girondo y su esposa vivían en la casona contigua a la mansión principal. Allí solían reunirse escritores y poetas, y no era infrecuente que en las noches percibieran una extraña presencia femenina en los patios de andaluces.
Algunos llegaron a sostener que habían intercambiado algunas palabras con la espectral dama, y Manuel Mujica Láinez solía trasladarse de un salón a otro de la casa porque decía que una joven lo perseguía.


 Sobre la base de las supuestas comunicaciones con el fantasma, este pudo ser identificado como una joven de 17 años muerta de tuberculosis, hecho que pudo ser confirmado por los antiguos registros parroquiales.


En Enero de 1989 la Argentina se encontraba en medio de una grave crisis energética, lo que obligaba a realizar interrupciones programadas del suministro eléctrico.
A últimas horas de una de esas tardes de Enero, mientras el Ballet Hispania de Graciela Ríos Sáiz ensayaba las coreografías del show que días después presentaría en los jardines del museo, se produjo uno de estos cortes y se decidió suspender las actividades hasta que se restituyese el servicio.


La directora del ballet Graciela Ríos y algunas de las bailarinas se quedaron conversando en uno de los patios del complejo, pero de pronto observaron algo que les llamó poderosamente la atención.
Sobre uno de los grandes maceteros del jardín vieron una figura femenina blanca y muy alta en la que no pudieron reconocer un rostro, y se percataron que tenía una consistencia similar a una nube o niebla espesa, aunque no era transparente.


Primero pensaron que podía ser un reflejo pero no había ninguna fuente de iluminación y, además, la figura no resaltaba por su luminosidad sino por su extrema blancura.
La observaron por unos minutos y se sorprendieron cuando se desvaneció para reaparecer segundos más tarde en el otro extremo del jardín.

Ninguna sintió miedo o ansiedad frente a esta experiencia, pero decidieron retirarse del lugar y dar por terminados los ensayos.
 Al día siguiente, cuando comentaron lo ocurrido a las autoridades del museo, tomaron conocimiento de la historia del fantasma del Fernández Blanco.

 La propia Graciela Ríos contó su experiencia en un importante programa de la televisión argentina y el museo se convirtió en Meca de curiosos.
«¡En un solo día vinieron 600 personas!», afirmó Gustavo, uno de los responsables de la programación cultural de esta institución.

En cuanto a la identidad de aquella extraña figura, hay teorías para todos los gustos.
El escritor León Tenembaum cree que el fantasma corresponde a un pintor que viene a reclamar la autoría de un cuadro firmado por un usurpador.


Los edificios antiguos se convierten con frecuencia en el hogar de fantasmas, como puede confirmarse consultando la literatura urbana de distintas ciudades del planeta. Y Buenos Aires no es una excepción.


LA REPÚBLICA PERDIDA -
 BARRIO DE MONSERRAT

Se escuchan voces de negros libertos....


Monserrat fue en tiempos coloniales el antiguo "barrio del tambor", creado en 1769 alrededor de la iglesia y parroquia del mismo nombre. Allí vivieron desde fines del siglo XVIII varias comunidades de negros que integraban "repúblicas" como Cabunda, Banguela, Mondongo y Angola. Eran devotos de la virgen morena de Monserrat.


En los bailes y candombes de Reyes recreaban imaginariamente su vida africana y elegían sus autoridades.
Calles como las actuales Chile o México eran zanjones que marcaban el límite de la ciudad, el viejo matadero estaba cerca.
 Se dice que en México 567, donde está hoy la Escuela Nacional de Música -que originalmente fue sede de la Biblioteca Nacional-, funcionó un depósito de esclavos o la sede de una de aquellas "repúblicas" de negros libertos.


Los cuidadores del edificio oían voces ya en la década de 1940. Monserrat abunda en relatos semejantes.


Por caso, en Chile al 1200 hay un caserón que también alimenta la leyenda de los fantasmas. Según el investigador uruguayo Néstor Ganduglia, esa leyenda es la de los "pretos", fantasmas de negros ancianos que se limitan a recordar el pasado originario del barrio.

EL GIGANTE DE ONCE QUE SALVA VIDAS




Según cuenta una historia de larga data, por las calles de Once vaga un personaje de casi tres metros de altura que cuida a los habitantes del barrio.
Este gigante "bonachón" ha salvado a víctimas de choques y ha espantado a más de un malhechor, o al menos esto es lo que narran los vecinos de Balvanera que confían en su presencia protectora.
Algunos afirman que este ser es el mismísimo Golem, un hombre artificial creado en el siglo XVI por un rabino de Praga, llamado Judah Loew ben Bezabel.
Si bien la historia oficial habla de un solo Golem, otros afirman que Bezabel creó trece de estos humanoides de arcilla y que uno de ellos llegó a Buenos Aires, de la mano de un rabino, con los inmigrantes judíos.


De allí en más, la historia se bifurca en varias versiones: algunos cuentan que antes de morir el rabino encerró al gigante en una habitación a la que nadie puede entrar, que estaría en el anexo de un hospital, en Caballito.

Otros creen que vive en un callejón oculto, que podría ser el pasaje Colombo o el Victoria.
De una u otra forma, hay vecinos que aseguran que el gigante le salvó la vida a más de uno.


LA DAMA DE BLANCO - BARRIO DE LA RECOLETA


En la década de 1940 el actor Arturo García Buhr juraba haber visto en la esquina de Vicente López y Azcuénaga a la "dama de blanco", una rubia tentadora que acostumbraba seducir a los paseantes.


 Pero cuando el seducido la seguía por los pasillos del cementerio luego de una noche de amor, encontraba el abrigo de la mujer sobre una tumba: al levantarlo, leía el nombre de ella escrito en la lápida.


La dama muerta que reaparece para volver a seducir es una leyenda que llegó al cine en 1942 con "Fantasmas de Buenos Aires", de Enrique Santos Discépolo, y de nuevo en 1950 con "Ha entrado una mujer", de Carlos Hugo Christensen.


CUANDO EL BORDA SE LLENABA DE LUZ



Solaris, el ser de otro planeta que llegó al Hospital José T. Borda e iluminó a los internos con sus fiestas energéticas” también alimenta los mitos porteños.


Durante su estadía en el neuropsiquiátrico, Solaris –a quien describen como alguien delgado, de ojos grandes, muy blanco y completamente lampiño– se reunía con alrededor de 50 internos para recitar un mantra.
Durante el rito, los testigos afirman que parecía iluminarse.


Si bien los médicos tienen argumentos para explicar este caso, hay hechos oscuros.
Aparentemente, Solaris –quién desapareció un 25 de diciembre– dejó escritos indescifrables que, a pesar de ello, tienen coherencia interna.


Además, cuentan que el grupo sanguíneo de este hombre que decía ser un alien no encaja con ningún patrón conocido.


LA CASA DE LA PALMERA -
"La casa tomada"...cuartos que se iban cerrando....



Todavía está ahí, en Riobamba al 100, es la casa de la palmera y guarda una historia que, se dice, inspiró a Julio Cortázar para su relato "Casa tomada".


 Corría el año 1930 cuando esta casa, con nueve habitaciones y un subsuelo, fue comprada por la uruguaya Catalina Espinosa, viuda de un médico español famoso desde la epidemia de fiebre amarilla en 1871, el doctor Galcerán.


Catalina se instaló con sus seis hijos: cinco varones y una mujer, Elisa, que era taquígrafa y muy religiosa.
Los varones eran todos profesionales: había un médico, un ingeniero, un abogado, un escribano y un arquitecto. La leyenda dice que los varones eran deportistas y mujeriegos, lo que trastornaba a la hermana Elisa.


A medida que sus hermanos morían, Elisa ritualmente clausuraba la pieza donde cada uno había vivido.
 Así establecía una "cápsula de tiempo" en cada pieza, cerrándola con candado.


La casa fue achicándose hasta incluir el subsuelo, donde el hermano médico -que fue el último en morir- mantenía relaciones sexuales con la mucama, Mercedes White.
En 1992 Elisa murió y la casa quedó abandonada hasta que en 1997 se instaló ahí una escuela primaria, que se llama, casi increíblemente, Puertas Abiertas.
Cuentan que se escuchan por las noches sonidos de candados...que se cierran y llaves que tintinean...y hasta han visto una sombra cerrando las aulas.


LA DAMA QUE ATRAVIESA LOS MUROS ,DEL CEMENTERIO DE LA RECOLETA


Se cuenta que un hombre quedó encerrado en el cementerio de La Recoleta, al terminar el horario de visitas.


 Inquieto comenzó a dar vueltas por el lugar en busca del sereno para que le abriera la puerta.
No lo encontró pero advirtió que frente a una tumba estaba una mujer de pie (según las variantes del relato, puede tratarse de una niña, una adolescente o una mujer adulta).
El hombre se le acercó entonces y le contó su situación, alegrándose de ver a alguien más por allí.


La mujer le respondió que a ella le había ocurrido lo mismo y que no se preocupara, ya que conocía un lugar desde donde podrían salir. Con la dama como guía, el sujeto la siguió entre las lápidas, hasta que ella se detuvo indicándole una de las paredes perimetrales del cementerio.


Al comprobar que no había ninguna puerta, el hombre le preguntó cómo hacer para salir por ese lugar inaccesible. –Así– le respondió la mujer mientras atravesaba el muro.


EL PERRO EXTRAÑO


Cuentan en el barrio de La Boca, en la ciudad de Buenos Aires, que hace muchísimos años dos ancianos encontraron un perro abandonado. Sintieron lástima por el animalito que, pese a su aspecto extraño, los miraba con ojos de mucha ternura. Le dieron de comer y lo asearon, incorporándolo a la vida familiar.
Cierta vez el perro presentó síntomas de decaimiento y lo llevaron al veterinario para que lo atendiese.
El facultativo, tras revisarlo, no pudo encontrar las palabras adecuadas para decirles a los afligidos amos que lo que habían recogido no era un tierno ejemplar de raza canina sino una enorme rata.




ROMEO Y JULIETA ARGENTINOS
Retiro-frente a la plaza San Martín-


Cuenta la tradición que la aristocrática familia Anchorena vivía en el actual Palacio San Martín con más de 150 sirvientes.


En 1920 sus miembros decidieron construir la iglesia del Santísimo Sacramento como futuro sepulcro familiar.


Quiso el destino que uno de los Anchorena se enamorara perdidamente de Corina Kavanagh, una joven de familia adinerada, aunque no patricia.


El romance no tuvo la aprobación de los padres del muchacho y finalmente los novios tuvieron que separarse.


Corina entonces pergeñó una particular venganza, no de sangre, pero sí estética. Ordenó levantar en San Martín y Florida un edificio cuyo único requisito fue que le impidiera a la familia Anchorena la vista a la iglesia mencionada desde su soberbio palacio.


Aún hoy pesa la “maldición” arquitectónica, ya que el edificio Kavanagh sigue obstaculizando la visión del templo católico.
BARRANCA DE LA PLAZA SAN MARTIN EN RETIRO VISTA DEL EDIFICIO KAVANAGH
"Incluso, si alguien quiere mirar de frente la actual basílica del Santísimo Sacramento, debe pararse en el pasaje "Corina Kavanagh",
BASILICA DEL SANTISIMO SACRAMENTO RETIRO BUENOS AIRES
 relata Eduardo Lazzari, presidente de la Junta de Estudios Históricos del Buen Ayre.


EL VAMPIRO DE FLORES


Tiene como protagonista a Belek, un enano que llegó a Buenos Aires con el Circo de los Zares proveniente de la zona de los Cárpatos. Al igual que el conde Drácula, Belek fue expulsado luego de que Boris Loff, el dueño del circo, junto a dos testigos: la Mujer Barbuda y el Hombre Bala, lo encontraran prendido al cuello de una mona integrante de la troupe circense.


Pero ... El verdadero horror se desató cuando Belek se refugió en una casa abandonada del Bajo Flores y comenzaron a desaparecer misteriosamente todos los gatos del barrio.


 El relato cuenta que los vecinos protegieron sus casas con ristras de ajo mientras portaban crucifijos por las calles, por temor a ser atacados.


Una noche de invierno, cerca de la estación Flores, los hombres del barrio lograron cazar al vampiro con una improvisada red, fabricada con la malla de un arco de fútbol, pero éste se les escapó furtivamente.


Algunos aseguran que aún vive en el cementerio de Flores y sale de tanto en tanto a producir estragos entre los desprevenidos transeúntes. 



La que se Murió de Amor ...FELICITAS GUERRERO


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El de Felicitas Guerrero es uno de los tantos fantasmas que pueblan la ciudad de Buenos Aires.


Su historia es una sucesión de amores no correspondidos y hechos trágicos, que no tardaron en forjar una leyenda que se proyectó hasta nuestros días.
 
Promediaba el siglo XIX, y Felicitas Guerrero comenzaba a ser el centro de atención de las familias aristocráticas de la ciudad de Buenos Aires. A poco de ser presentada en sociedad por sus padres, José Guerrero y Felicitas Cueto, se convirtió en la joven más cortejada de la Reina del Plata.


Cuando contaba con sólo 15 años, su padre recibió un pedido de mano del hacendado Martín de Álzaga, que en ese tiempo era el hombre más rico de la Argentina.
Al conocer la noticia, Felicitas le imploró que no aceptara entregarla en matrimonio a un hombre de 60 años al cual ella no amaba, pero José Guerrero quería un brillante futuro para su hija y le aseguró que la felicidad y el amor nacerían con la convivencia.


Unos meses más tarde se celebraban las nupcias entre Felicitas Guerrero y Martín de Álzaga, y toda la alta sociedad de Buenos Aires se hizo presente.
Entre los asistentes a la boda se encontraba Enrique Ocampo, quien secretamente amaba a la joven novia.


El matrimonio no fue feliz, pero cuando llegó el primer hijo Felicitas creyó que en él encontraría su refugio. Lamentablemente, cuando sólo contaba con 6 años el niño Félix de Álzaga falleció víctima de la epidemia de fiebre amarilla que azotaba Buenos Aires.


 Felicitas volvió a quedar embarazada y la pareja creyó encontrar en su segundo hijo la alegría que les había sido negada, pero otra vez el destino se ensañó con el matrimonio de Álzaga y el pequeño Martín murió a los pocos días de nacer.


Esto fue demasiado para el viejo corazón de Martín de Álzaga, que con 70 años se sumió en una profunda depresión y murió 15 días después que su hijo.
Felicitas, con 25 años, se convirtió en la viuda más rica y deseada de la Argentina.
 Enrique Ocampo creyó que por fin su camino hacia el corazón de Felicitas se encontraba despejado, pero ella se mantuvo distante protegiéndose en el riguroso luto que había decidido cumplir.

Con el tiempo Felicitas comenzó a frecuentar algunas reuniones de sociedad, y fue así que conoció a Samuel Sáenz Valiente.


Ella quedó fascinada con el joven hacendado e inmediatamente nació el amor, un amor tan grande e incontrolable que a los pocos meses los llevó a anunciar su casamiento.


Enrique Ocampo no pudo contener su furia: su eterno amor se le iba a escapar nuevamente, y él no estaba dispuesto a permitirlo. Una mañana se dirigió a la casa de Felicitas y luego de una discusión le disparó.
Al tomar conciencia de lo terrible de su acción, apuntó el arma a su corazón y se suicidó. Cristian de Marías, primo de Felicitas, fue quien encontró los cuerpos.
El joven se desesperó al ver a su prima (de quien secretamente estaba enamorado) y al abrazar su cuerpo descubrió que aún respiraba. Felicitas agonizó durante 3 días y finalmente falleció el 30 de Enero de 1872.


El expediente policial difiere en cuanto a la descripción de los hechos. En el mismo se indica que el cadáver de Enrique Ocampo presentaba dos heridas de bala, una en el corazón y otra en el paladar. Este expediente desapareció misteriosamente, aunque la gente de la época decía que la investigación policial se había detenido para proteger a de Marías.
Confirmando esta teoría, el abuelo del joven sostuvo que este había descubierto a Ocampo segundos después de que disparara a Felicitas, lo que motivó una lucha entre ambos y la muerte de Ocampo a manos de Cristian de Marías.

Muerta Felicitas sin dejar descendencia, la fortuna de los Álzaga pasó a manos de la familia Guerrero.
Los padres de la joven decidieron perpetuar su memoria, y a tal fin mandaron a construir un capilla en el solar donde tuvieron lugar los sangrientos hechos.
La bellísima Capilla de Santa Felicitas, inaugurada el 30 de Enero de 1876, se levanta frente a la Plaza Colombia en el porteño barrio de Barracas.


No pasó mucho tiempo para que las historias de fantasmas poblaran la zona. Se cuenta que todos los 30 de Enero por la noche puede verse a Felicitas llorando desconsolada detrás de las rejas de la iglesia, y las noches de tormenta puede oírse el lastimero sonido de las campanas. Sobre la calle Brandsen puede verse una excepcional estatua de mármol que representa a Felicitas con su hijo Félix, a la cual se le ha atribuido atraer la desgracia sobre aquellos que osan tocarla. 



MANZANA DE LAS LUCES....
En la unión de las calles Perú, Presidente Julio A. Roca y Moreno se encuentra la «manzana de las luces», una zona representativa de la arquitectura y de la historia de la ciudad, en el cual se encuentra la iglesia más antigua de Buenos Aires.
Este es el único lugar de la ciudad donde se pueden visitar los túneles excavados bajo tierra, cuya más antigua datación corresponde al siglo XVIII.



Allí, aguzando el oído, quizá se escuchen los lamentos y quejidos del «Pozo sin fin».

Los indios Quilmes, que se instalaron en esta zona luego de ser expulsados de los valles Calchaquíes, creían que existía un pozo sin fondo llamado Guruc, donde iban quienes no tenían alma. La palabra se deformó y se convirtió en «gruta», que designaba un pozo sin fondo donde residían almas en continua agonía.


Su asociación con los túneles de la ciudad se debe a un tal Alves, uno de los verdugos que trabajaba para el caudillo Juan Manuel de Rosas, a mediados del siglo XIX. Alves habría decapitado a una de sus víctimas y la arrastró por uno de los túneles cuando vio un pozo que despedía mucho calor.
 Unos hombres ataviados con túnicas le vendaron los ojos, mientras del interior del agujero salían gritos.
Éstos cesaron cuando el verdugo arrojó la bolsa al pozo, aunque nunca oyó el golpe de la caída.


Un siglo después, en ocasión de unas excavaciones realizadas a finales de los años setenta, la historia del «pozo sin fin» volvió a cobrar vida. En la recuperación de la antigua aduana, en el barrio de San Telmo, los obreros escuchaban repetidamente voces de personas quejándose en el interior de las obras.
Muchos de ellos abandonaron el trabajo por el miedo que les producía aquel fenómeno.


Curiosamente, sobre el solar donde hoy se erige la casa central del Banco de la Nación Argentina existía un terreno que también fue conocido como «el pozo de las ánimas», donde antiguamente había un cementerio. Estos espectros del Banco de la Nación son un clásico de las historias de fantasmas de Buenos Aires y regularmente aparecen en los medios de comunicación de la mano de testimonios de guardias de seguridad que trabajan en este banco por la noche.

EN LA COSTANERA VIVE RESERVITO...el monstruo....



Así como el Lago Ness de Escocia tiene su propio monstruo y el Nahuel Huapi esconde al suyo, algunos aseguran que en la Reserva Ecológica Costanera Sur también habita un animal misterioso, mitad rata, mitad perro, apodado “Reservito”.


Una de las hipótesis que se barajan afirma que los reiterados incendios que azotan a la Reserva son producidos intencionalmente con el objetivo de liquidar a Reservito, que en más de una ocasión atacó a algún desprevenido.

Carlos Gardel es uno de los grandes mitos de la historia argentina.
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De acuerdo con algunos investigadores gardelianos nació en Toulouse, Francia el 11 de diciembre de 1890, según otros nació en Tacuarembó, Uruguay, el 11 de diciembre de 1887.
Falleció el 24 de junio de 1935 en Medellín, Colombia, por lo que tendría 45 o 48 años de edad, aproximadamente.


Sobre su lugar de nacimiento siempre ha existido una gran controversia  hasta la fecha no se ha logrado que se acepte una ciudad determinada que le confiera su nacionalidad de origen.
Lo que si está definitivamente aceptado es que creció en Argentina y se nacionalizó en este país en 1923 y murió, en un accidente aéreo durante una gira, en Medellín, Colombia. Carlos Gardel creció en el Abasto, un barrio de Buenos Aires en el que funcionaba el Mercado Central de Frutas y Verduras, cuyo edificio estilo art deco se conserva reciclado y convertido en Centro Comercial.
Este barrio típico de la ciudad de Buenos Aires, modificado por el tiempo, cuenta con la presencia de un “fantasma” que atemoriza a los vecinos. Dicen...que lo han visto pasar ...que las cámaras de seguridad muestran algo indefinido...dicen ...que es él...el morocho del abasto!!
Ni más ni menos que del fantasma de Carlos Gardel, el zorzal criollo, cantante de tangos, que molesto por el shopping construido en el sitio donde se emplazaba el antiguo mercado del Abasto, decide manifestarse de distintas maneras para demostrar que el nuevo shopping “le roba el alma al barrio”.
Guillermo Barrantes y Víctor Coviello recogen la presencia de un fantasma en el mercado del Abasto, en su libro Buenos Aires es leyenda. Flotando a unos centímetros del suelo, vestido a la usanza de la época y tocado con el característico sombrero, el espectro del «zorzal» fue visto en varias ocasiones por los pasillos del mercado, cuando se encontraba cerrado al público.

Incluso la cámara de vídeo de seguridad registró en una ocasión la extraña presencia, a veces acompañada de anomalías en el sistema de sonido del shopping.






fuentes:


http://www.argentina.gov.ar/argentina/portal/paginas.dhtml?pagina=255
http://edant.clarin.com/diario/2005/03/27/laciudad/h-05001.htm
 "Leyendas urbanas: los fantasmas de Buenos Aires", Diario "Clarin", 1 de Diciembre de 2002.
 Argentina Misteriosa.
http://www.buenosairessos.com.ar/articulo/la-torre-del-fantasma
 http://www.latidobuenosaires.com/fotosretiroplazasanmartinbuenosairesargentina.html

















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